Rosaria Butterfield nos invita a su hogar para mostrarnos que Dios puede usar la misma “hospitalidad radical y ordinaria” que permitió su propia conversión para llevar el evangelio a nuestros amigos y vecinos perdidos.
Tal hospitalidad no considera el hogar como propio, sino como una herramienta de Dios para la extensión de su reino cuando recibimos a quienes son muy distintos a nosotros en nuestra vida cotidiana y a veces caótica, ayudándoles a ver cómo es la verdadera fe cristiana.
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