Saltar al contenido

Por Mary Wiley

Mi esposo trabaja en un exigente empleo de ventas en el que solo se le compensa con una comisión, y yo me quedo en casa con tres niños pequeños. Él se pierde la cena la mayoría de las noches de la semana, va a las reuniones los sábados, a veces trabaja desde casa para “terminar” la semana. Una o dos veces por semana, se queda despierto hasta las 3 de la mañana para finalizar todo. Mientras practicamos un descanso dominical, mi esposo se desploma en el sofá después de la iglesia.

A los dos nos encantaría hacer una pausa y tenerlo a él más presente y en casa, pero ha resultado ser un desafío. También queremos glorificar a Dios y prosperar en las circunstancias que nos ha dado. ¿Cómo sabemos, entonces, cuánto trabajo es demasiado?Si el daño fue tenaz, un camión se accidento con la red principal de claro, que abastece todo zipa…

Me mencionaron 3 días hábiles, pero debido a la alta demanda de quejas, llamadas y demás, puede ser menos tiempo.

Ya están trabajando en ello.

El trabajo es un regalo, pero la fatiga de las exigencias estresantes y las largas horas de trabajo después de la caída es una maldición.

Cuando Dios colocó a Adán en el huerto para que pudiera trabajar y cuidarlo (Génesis 2:15), no había ni espinas ni cardos. El trabajo era una alegría y una bendición. Sin embargo, la tierra que Adán fue llamado a cultivar se rebeló como resultado de la maldición dada en Génesis 3:17-19. Él trabajaría con el sudor de su frente; sería difícil y agotador.

Aunque la agricultura tal vez no sea nuestro oficio, el frustrante sudor es la norma a este lado de la eternidad. Entonces, ¿cómo podemos encontrar el camino a seguir?

Poner vallas donde Dios ha puesto libertad

Aunque la Escritura no establece una regla estricta de las horas de trabajo obligatorias, ni especifica qué vocaciones particulares deben tener los cristianos, ella es suficiente para guiarnos. El Espíritu Santo obra para iluminar su Palabra y nos insta a caminar de una manera digna del llamado de Cristo.

Lo que hacemos, y cuánto hacemos de ello, debe tener en cuenta las actitudes, los motivos y los ritmos que encontramos en la Palabra de Dios. Si el foco de las largas horas de trabajo es que podamos satisfacer las necesidades de nuestra familia y servir como para el Señor (Col. 3: 23–24), entonces debemos trabajar diligentemente dentro de los límites apropiados que Dios les ha dado a los portadores de su imagen . Si nos enfocamos en lograr un estatus o poder en particular, ese es un esfuerzo pecaminoso. Se puede hacer un trabajo largo y agotador con gozo cristiano; al mismo tiempo, el trabajo liviano se puede llevar a cabo con monotonía y de mala gana.

Pareciera que el esposo está trabajando muchas horas por una buena razón, para mantener a su familia, pero todos sienten que las cosas se han desequilibrado.

No se nos promete trabajo fácil, vacaciones u horarios normales, pero somos responsables de la forma en que administramos nuestras vidas, sin robar tiempo ni esfuerzo ni a nuestros empleadores ni a nuestras familias.

Pasos prácticos hacia una mayordomía sabia

Para evaluar si se requiere un cambio, sería sabio sentarse con el esposo y evaluar cómo está su familia en varias categorías, incluida la salud espiritual y física, el matrimonio, la familia y la participación en la iglesia. Si bien la tolerancia de cada familia ante tales desafíos es diferente, cuando la ausencia ocasiona el descuido de su matrimonio, la inestabilidad emocional de sus hijos o la falta de amor y servicio a su iglesia y el prójimo, es hora de reconsiderar cómo se podrían satisfacer de otra forma las necesidades de la familia.

Para el padre cristiano, el indicador clave de peligro es la incapacidad de guiar a la familia espiritualmente, ser un ejemplo de vida piadosa, orar con ellos y por ellos y leer las Escrituras juntos. Tendremos que rendir cuentas de esta responsabilidad; no se puede subestimar su importancia.

Para los miembros de la familia del trabajador, las señales de alerta pueden ser un poco menos evidentes, pero nocivas de todos modos. A menudo, los problemas de conducta en el hogar o en la escuela pueden ser el primer signo de la necesidad de un cambio para los niños, mientras que la falta de comunicación y la creciente amargura pueden ser el primer signo para el cónyuge. Si estos comienzan a aparecer dentro de su hogar, puede ser el momento de reevaluar las necesidades y las limitaciones presupuestarias para que pueda buscar otro empleo, incluso si eso significa un ingreso menor. No debemos abandonar nuestras asignaciones más importantes para tener éxito en una inferior.

Una vez que se han identificado las áreas que pueden estar resentidas, hay cuatro consideraciones:

No saltar inmediatamente a un extremo. Buscar una administración más sabia no significa que sea necesario un nuevo trabajo. Podría significar renegociar con su lugar de trabajo actual, soportar una temporada difícil con una actitud cristiana o explorar nuevas oportunidades. Hay mucha libertad cuando se trata de que un cristiano elija un trabajo o vocación en particular. Considere los ajustes o las posibles soluciones que podrían implementarse más fácilmente y pruébelos primero.

Confiar en la provisión de Dios para satisfacer las necesidades de su familia. Dios hará lo que dijo que haría. Él cuidará de ti. Puede que no parezca como tú quisieras, pero él lo hará.

Buscar el consejo sabio en la iglesia. Hable con un anciano de confianza o con amigos que comprendan la situación, tu compromiso con Cristo y tus responsabilidades dentro de tu familia.

Lo más importante es que pasen tiempo en familia orando y leyendo su Palabra. Ora especialmente por tu esposo, para que él discierna un camino sabio a seguir, y por ti, para que seas paciente y también puedas pedir amablemente el cambio necesario.

Cualquiera que sea nuestro empleo, las horas o el nivel de estrés inducido por nuestro trabajo, en primer lugar somos de Dios, y buscamos obedecerle en todos los ámbitos de la vida, tomando las decisiones más sabias a la luz de lo que sabemos que es verdad acerca de él y su Palabra. Que podamos administrar sabiamente la vida, las personas, las habilidades y el tiempo que él ha concedido para su gloria.

Publicado originalmente en inglés por The Gospel Coalition.

 Mary Wiley es autora de Everyday Theology, un estudio bíblico de ocho semanas que examina las doctrinas esenciales y por qué son importantes en nuestra vida cotidiana. Mary tiene una licenciatura en estudios cristianos y en inglés de la University of Mobile, y un máster en estudios teológicos del Southern Baptist Theological Seminary.

Libros relacionados

Comparte este articulo

Otros artículos

Escucha mientras lees